domingo, 14 de octubre de 2007

MALÍ, EL PAÍS DE LOS GRIOTS













Podemos continuar con nuestra aventura en el continente africano, concretmente en Malí, un país que limita al norte con Argelia, al este con Níger, al oeste con Mauritania y Senegal, y al sur con Costa de Marfil, Guinea y Burkina Faso.
Malí es un país de imprescindible visita para cualquier viajero que se precie. No deja de sorprendernos con su arquitectura, sus mercados, llenos de colorido, y sus ciudades, con ese sabor a capitales de otro tiempo.

Antes de adentrarnos más en aquello en lo que nos puede ofrecer, nos fijaremos en su historia y en su trayectoria política para entender un poco mejor la situación socio- política en la que viven sus habitantes. Tres grandes imperios han tenido su sede en este territorio: el imperio de Ghana, el Imperio de Malí, y el Imperio Songhay. En 1864 los franceses comenzaron a colonizarlo y Malí pasó a integrar la África Occidental Francesa. En 1960 Senegal y la República Sudanesa alcanzaron la independencia, y poco tiempo después se separaron, tomando la República Sudanesa el nombre de Malí. En 1992 tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas tras una dictadura y salió elegido Alpha Oumar Konare, que tras dos mandatos fue sucedido en 2002 por Amadou Toumani Touré. En Malí por Constitución está establecida una democracia multipartidista, siendo imposible formar partidos atendiendo a una etnia, religión, región o género. El único cuerpo legislativo del gobierno es la Asamblea Nacional ,con 147 miembros.
Malí está dividido en 8 regiones: las del norte son Gao, Kidal y Tombuctú ( representan dos tercios de la superficie del país con solamente el 10% de su población), y las del sur son Kayes, Kulikoró, Mopti, Segú y Sikasso. Cuenta también con un distrito: Bamako. Las regiones están divididas en 49 círculos. Los círculos están divididos en comunas, existen 703 de las cuales 19 son urbanas y 684 son rurales. Esta organización administrativa y territorial de Malí atiende a una reforma de descentralización que pretende acabar con la división territorial heredada de la colonización.

Ahora sí, nos centramos únicamente en aquellos sitios de interés que nos acercan a la vida y a la cultura de Malí que como viajeros nos podemos encontrar. El país está fuertemente condicionado por el paso del río Níger, que nace en las altas montañas del Futa Djalon en Guinea. En sus orillas se establecen los pueblos y aldeas para poder aprovechar sus aguas en los cultivos. Además es una de las principales vías de comunicación (viajes, comercio). Cabe destacar que sus aguas aportan imágenes de gran belleza y cuya luz ha inspirado a multitud de pintores y fotógrafos. La etnia mayoritaria de Malí es la bambara, seguida de los peul, malinké, songhai, tuareg y unos pocos sarakolé . Otra zona de interés es el lago Devo, que ofrece buenos pastos a los peul y buena pesca para los bozo, que se acomodan a sus bordes. En su parte norte, desértica, cabe destacar el Adrar de las Iforas y el maravilloso Erg Atouila. Las antiguas rutas de caravanas son recorridas aún por los tuareg y los songhai. Estas antiguas rutas comerciales son hoy aprovechadas por los viajeros más aventureros y amantes de los espacios vacíos en sus circuitos de gran desierto. Otro aspecto del que no podemos dejar de hablar es de la arquitectura sudanesa, la forma de construir del antiguo Sudán francés. Resultan curiosos los minaretes de las mezquitas, de donde salen palos que permiten su reparación tras las lluvias, y así evitan andamios. Fue un granadino que en una expedición desde Marruecos (los árabes habían sido expulsados de la Península) llegó a Tombuctú y construyó una mezquita de este modo, que sería imitada posteriormente. Por último merece la pena mencionar la tierra de los dogón, un pueblo muy interesante por sus costumbres y que llegó a Malí huyendo de la presión del islam. En cuanto a la lengua, el francés es la oficial, pero además se hablan otras más: el bambara, el peul, el senufo, el soninké, el songhay y el dogón. Más del 90% de la población es musulmana, y el resto son cristianos y animistas. Aún conservan algunos elementos de su cultura tradicionales como los griots, que ejercen una función de músico- poeta y transmiten la historia del país. En cuanto a la música, destacan las melodías tocadas con la Kora, una especie de arpa construida a partir de una calabaza.

En definitiva, una lugar que no puede dejar de visitarse y que sin duda, gusta a todo aquel que se pierda entre su variedad de gentes, su luz, su calor.


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